martes, 19 de diciembre de 2006

Un dibujo

Soy un snob. Al menos eso pensaría no hace tanto tiempo de mí mismo. Repito cliches que tanto he criticado pero, en cierta manera, no me importa. Dicen que cuando estás enamorado es cuando los temas más vacios de la radio cobran sentido (¿será por eso que me gusta Nena Daconte o, simplemente, porque poco a poco renace el hortera que habita en mí?). Supongo que cuando tocas fondo pasa algo parecido, cualquier forma de traición a uno mismo se convierte en un intento de salvarse.

Digo esto porque poner un dibujo de De Chirico es previsible, vulgar incluso. Es un intento cualquiera de diferenciarme cayendo en el tópico de quienes no quieren caer en tópicos. A pesar de todo me gusta. Aunque el título no tenga nada que ver con lo que yo veo. Ante mis ojos se levanta una realidad perdida: el hogar como otra persona. Esas casas que conforman una ciudad perdida confundiéndose con el cuerpo. Caminos por los que pasear que no son más que caricias en las que perderse. Vientres que son lechos en los que descansar más allá del tiempo.

No busco compasión ni fácil añoranza. Todo eso quedo atrás. Grecia fue nuestra época de esplendor. Descubrimos juntos el mundo, pero el tiempo terminó por olvidarnos, ahora soy ruina acechada por extraños visitantes. Ninguna foto ni ningún recuerdo hará que nuestras palabras perduren ya que, solamente, queda tiempo para las cicatrices.

1 comentario:

la punta de mi lengua dijo...

Las casas tiene que tener cimientos bien construidos sobre los que apoyarse sino es fácil que se destruyan.
Nosotros fuimos grandes arquitectos pero pésimos albañiles.
De hecho yo me quedo en aparejadoras.